




El Trekking de Verano 2.002 fué, además del que con menos asistentes ha contado (Armand Cartanyà y yo), uno de los más accidentados y duros de la historia del Centro.
El verano de ese año fué uno de los más lluviosos de la década del 2.000, y el Trekking no sé escapó de la tónica general de ese verano, y durante el Trekking la lluvia y las bajas temperaturas no nos dieron tregua, salvo en un único dia en el que tanto Armand como yo reaccionamos mal al sobreesfuerzo de dias y al brusco cambio del frio y la humedad al calor, y tuvimos fiebre.
Otra de la causas del cansancio, además de las ropas y calzado permanentemente mojados, fueron los errores de cálculo a la hora de planificar la ruta, por lo que nos vimos obligados a improvisar itinerarios alternativos, que acabaron alargando las etapas más allá de lo previsto.
Toda una aventura, comparable a la del Trekking de 1.997, aunque esta vez no hubo lesiones, y unas peripecias muy similares a las que viviríamos 7 años después, durante el Trekking 2.009, haciendo -esta vez con Jordi Núñez como tercer asitente- la muy exigente físicamente "Porta del Cel".
El recorrido final, fué del Refugio de Linza, en la cabecera del Valle de Ansó hasta Lescún por la Mesa de los Tres Reyes y el Plateau Sánchez, en donde a media tarde nos atrapó una tromba de agua que no nos abandonó hasta Lescún .
De allí intentamos, reaunudamos la marcha, con la intención de ir al Refugio de Lizara y de paso ver las famosas Agujas de Ansebere, pero no pudimos, todo y pasar muy cerca de ellas, debido a la niebla. Tras saltar de nuevo a Aragón subiendo la Peña del Ibón, fuimos a dar con nuestros remojados huesos a la Selva de Oza, en donde no pudimos pernoctar debido a que habían cerrado el camping, y tuvimos que andar 15 kilometros de propina hasta Hecho.
El tercer dia fué terrible, pues a tras dias de aguaceros y frio apareció un sol de agosto que achicharraba las piedras. La mitad de la etapa fué de puro senderismo bajo un sol abrasador, para remontar el Valle del Espetal e ir a buscar una posible bajada a Zuriza. Tras equivocarnos de collado y tener que perder cerca de 500 m. de desnivel, para volver a subir de nuevo (todo esto tiritando de fiebre, tanto Armand, como yo) y encontrar un paso a través de la Sierra de los Alanos, con bajada incluida destrepando por la imponente y vertiginosa Canal del Txandalán.
La cuarta etapa fué testimonial, un paseo matinal del Zuriza al Refugio de Linza, en donde recogimos el coche, y nos fuimos a Isaba a comer un exclente Marmitaco de Atún, antes de volver a casa.
Ferran Oliva.
Muy bueno, desde luego me hubiera encantado que el año que asistí a la excursión de verano hubiera sido un trekking.
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