REPORTE DE EXCURSIÓN Nº 1.031

1.031

Sábado, 19 de Febrero de 2.011

Travesía de Riells del Montseny al Pantano de Santa Fe del Montseny. Ida y vuelta por el Sot Llobater, la Portella del Bisbe" y el Pla de les Bruixes.

F. Oliva (2)
J. Núñez (7)
L. Serrano (16)

Soberbia, sorprendente, excitante y muscular, la excursión de este sábado. En mi opinión, no tan sólo la mejor de lo que llevamos de temporada en la Sección MMSO, sino también una de las mejores excursiones de un dia del CET i CB de estos últimos tiempos.

Esta travesía, por una de las rutas menos transitadas, y a través de uno de los parajes menos conocidos y más aislados del siempre sorprendente Macizo del Montseny, ha supuesto un enorme desgaste físico para los asistentes, al tener que superar desniveles que a veces ni se dan en salidas de la SAME, y a la vez, un gran desafío en materia de orientación, pues el aislamiento y el poco tránsito excursionista por los estrechos valles y barrancos repletos de “esqueis”, esos dientes de roca granítica que perforan la tierra y emergen entre los bosques a modo de agujas de piedra, ha hecho que en gran parte del trayecto de ida los asistentes anduviéramos perdidos, teniendo que recurrir a orientarnos sin trazas, y a buscar la salida hacia arriba remontando primero barrancos boscosos de gran pendiente, repletos de hojarasca resbaladiza, y luego trepando por alguna que otra cresta de roca.

La confusión entre la reseña que nos bajamos de internet, y la que figura en el mapa de la Editorial Alpina, ha hecho que en la ida, nos perdieramos parte de la travesía a través del umbrio y exhuberante “Sot Llobater”, y fuéramos a parar directamente a la bauma en donde se bifurcan los caminos que van a la Portella del Bisbe, o al Coll de l´Escala.

Ha sido al poco de tomar el desvío que va hacia el primero de los destinos, cuando una pérdida de hitos momentánea nos ha hecho tomar un viajo camino de carboneros, que nos ha internado en un barranco un tanto alejado del camino real (tal y como hemos podido comprobar a la bajada), el cual hemos tenido que remontar a fuerza de piernas, pura riñonada y echando mano a trepar en más de una ocasión.

Por suerte, y cuando comenzábamos a sentirnos realmente extraviados, hemos dado, al ganar altura por las bravas, con las señales del sendero que hubiéramos tenido que seguir, que atravesando la montaña en diagonal, se ha cruzado con nuestra trayectoria recta y ascendente.

Desde ese afortunado momento, apenas a un cuarto de hora del collado conocido como la Portella del Bisbe (un estrecho paso entre esqueis) hemos podido seguir sin problemas la señales hasta el Pla de les Bruixes, y flanqueando la montaña por el lado de la solana, ya cómodamente siguiendo pistas forestales, hasta el Pantano de Santa Fe, y aún más, hasta la finalización de la excursión.

El camino de vuelta, a partir del punto en donde por fin habíamos dejado de estar extraviados, se ha mostrado soprendente, y casi más propio de considerarse una de esas larguísimas y vertiginosas canales de Montserrat, que de un sendero del Montseny. La ruta, marcada con pinturas fosforescentes naranjas y amarillas, desciende primero por una empinada canal entre el hayedo, para luego flanquear toda la ladera de la montaña, en dirección E-NE (sentido contrario a las agujas del reloj), perdiendo altura a base de ir descendiendo por y escapándose de sucesivos barrancos y torrenteras, que a medida que se va perdiendo altura pasan a estar dominadas por encinas y alcornoques. No pasa desapercibido, que para estos saltos de una canal a otra, se pasa por una sucesión de pequeños colladines entre las barras graníticas de esqueis, todos ellos de una singular belleza. No obstante, y más en dias húmedos, hay que estar muy atento a resbalones, máxime lo traicinonera en que se convierte la roca granitica con los líquenes mojados, pues no deja de ser que todas estas canales tienen un considerable desnivel.

Nos hemos quedado, como vulgarmente se dice, de “pasta de moniato”, cuando el camino ha terminado en la encrucijada de la bauma del Sot Llobater, sin que en ningún momento hayamos pasado por intersección alguna con camino de ida. Otro misterio más, a apuntar en nuestro libro de cosas sorprendentes acontecidas en excursiones del CET i CB.

Esta vez si, en una bajada plácida hacia el coche, aparcado cerca de la Abadía de Sant Martí de Riells, hemos podido disfrutar de la serena belleza de una tarde de invierno en el umbrio valle del Sot Llobater, con su rio cantarín y sus saltos de agua e incluso pequeñas cascadas.

Como colofón a esta sobresaliente jornada, y para compensar un tremendo desgaste físico, hemos disfrutado de una estupenda merienda en Breda, con una coca de crema y piñones, de una textura sorprendentemente ligera en su masa, y de un sabor “como los de antes” en su relleno.

Definitivamente, uno de esos dias en los que uno se siente enormemente privilegiado de vivir a poco más de cincuenta kilómetros de paisajes tan agrestes, solitarios y de tan singular belleza.

Força Tigres!

Ferran Oliva.

Coordinador de la Sección MMSO.

Registrada el dia 20 de Febrero de 2.011